EL AMOR EN LOS BORDES DE LA ESPERANZA
Su vida en Francia le parecía, a esta altura, algo así como un mal recuerdo. Ahora, esta noche, dando vuelta a la esquina en la calle Esmeralda, vestido con un traje de Thompson y Williams y zapatos de gamuza, se sentía completo. Corrió las cortinas del ingreso como un dandy y se sumergió a ese ambiente de humo y murmullos, lleno de mujeres alegres y hombres de billeteras y vientres abultados. Casi todos más viejos que él. Una música tenue apagaba los chirridos de sus pasos en el piso de madera
