Si no apuntalamos firmemente los valores mediante el trabajo con la familia y la asistencia de los formadores, el riesgo es grande. Porque la respuesta suele ser la violencia, manifestación palpable del olvido o el resquebrajamiento de los valores que deben sustentar la vida y las relaciones de todas las personas, instituciones y comunidad en general, en su cotidiano transcurrir.
Por lo tanto, es importante prevenir para lograr un cambio. Se requiere del esfuerzo común, interactivo entre todas las partes de una comunidad. Tal vez parezca utópico, pero no es imposible. De ahí la importancia de sensibilizar a nuestro entorno para el abordaje del tema de los valores. Apelamos a lecturas y reflexiones, al juego, a la motivación sensorio-motora y a una agudización del juicio crítico y autocrítico de la realidad. Es esbozar y transitar un camino recto para seguir durante toda la vida, que nos lleve a una socialización auténtica de buena convivencia y respeto por el otro.
Unamos criterios, demos impulso a esa brisa transformadora que es la educación formal y no formal, reinstalemos los valores -que no están perimidos-, sino tristemente olvidados. Seguramente todos juntos podremos mejorar la calidad de vida que tenemos en la actualidad, con constancia, diálogo y siendo los primeros en demostrar los cambios con el ejemplo.
Del libro: Pongamos en juego los valores (Marcela Corte-Graciela Sciangula) Ed. Cuenta Conmigo Ediciones (2012)
